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miércoles, 30 de enero de 2008

VIDA DE SABINA

Joaquin, nació en Úbeda (Jaén), el 12 de febrero de 1949. Su verdadero nombre es Joaquín R. Martínez Sabina.

Joaquin, estudió la primaria en el colegio de las monjas Carmelitas y bachillerato en los Salesianos.

Hijo de un inspector de polícia secreta y de una ama de casa.

A los catorce años Joaquin ya escribia versos y a los dieciséis forma su primera banda, Merry Youngs, un grupo de adolescentes que versionaban a Elvis, Chuck Berry y Little Richard.
Estudió Filosofia Romántica en la Universidad de Granada.

Colabora en los primeros números de la revista “Poesía 70″, compartiendo páginas con Luis Eduardo Aute o Carlos Cano. Se exilia a Londres tras poner un cóctel molotov en una sucursal del Banco Bilbao de Granada en protesta por el proceso de Burgos. Falsifica su pasaporte e inicia su andadura de “exiliado político” con el nuevo nombre de Mariano Zugasti. No regresará a España hasta 1.977.

En 1975, Sabina escribe sus primeras canciones. En un bar local llamado “Mexicano-Taverna”, actúa ante George Harrison que celebra su cumpleaños. El ex-beatle ante la felicitación musical de Sabina, le entrega cinco libras de propina.
1976
Se edita en forma de libreto de canciones “Memorias del exilio” (Editorial Nueva Voz). El propio Sabina financia la edición: 10.000 ejemplares. Actúa de telonero en Londres de Paco Ibañez, Lluís Llach, Pi de la Serra y Elisa Serna ante la colonia de exiliados. La BBC le encarga la banda sonora de la serie “The last crusade”. Fernando Morán, cónsul en Londres, le entrega a Sabina su pasaporte.

En 1977, Joaquin regresa a España y se marcha a hacer el servicio militar a Mallorca. Se caso con Lucía Inés Correa Martínez, Argentina que conoció en Londres.
En 1978 en Madrid, se edita Inventario, su primer LP, con arreglos de corte clásico muy diferentes a sus trabajos posteriores, que pasa desapercibido. Se da a conocer popularmente a comienzos de los 80 con el espectáculo, y el disco que editan, que junto a Javier Krahe y Alberto Pérez presentan en el pub madrileño La Mandrágora. A partir de aquí el fenómeno Sabina será imparable. Musicalmente muy cercano al Bob Dylan más eléctrico -aunque de vez en cuando se atreva con un rap o una ranchera- elabora textos que hablan de la calle, de la ciudad, de nuestras verdades escondidas y de nuestras mentiras de escaparate. Todo un talento para desenmascarar mordazmente el mito de la pareja.